MEDITACIÓN EL ÁRBOL
MEDITACIÓN
DE ESCÁNER CORPORAL
Adoptamos la postura meditativa,
luego comenzamos a tomar aire con plena atención para empezar a
asentarnos. Observa como te sientes.
Imagina que eres como un árbol.
¿Cómo lo observas? ¿Está tranquilo? ¿Desborda energía? ¿Está
seco? ¿Está sano?
Sigue respirando y observando como
entra y sale el aire.
Observa sus raíces. ¿Están
arraigadas? ¿Profundas? ¿Sostienen con fuerza? Esas raíces son tus
pies. ¿Están tensos? ¿Relajados? ¿Dejan huella al caminar? ¿Es
una huella de amor, de paz? Sólo siéntelo.
Sube ahora por el tronco del árbol,
es como tu cuerpo, sus ramas son tus brazos y las hojas tus manos.
Observa el tronco, observa tu
cuerpo, por él fluye la savia de la vida. ¿Está tensado? ¿Está
relajado?
¿Crece recto o encorvado?
Presta atención a tus piernas,
rodillas, pantorrillas, muslos, cadera y pelvis.
Respira
y manda oxígeno con cada inhalación y con cada exhalación expulsa
cualquier tensión o dolor que sientas o percibas en esas partes.
Observa de nuevo el tronco e imagina
cada anillo que lo forma, los años de vida que reflejan, imagina que
son tus órganos. ¿Cómo está el hígado? ¿Y los riñones? ¿El
estómago? ¿Los pulmones? ¿El corazón?
Siente como tu respiración entra y
sale al igual que respira el árbol por sus hojas.
Ahora subes por las ramas, son tus
brazos. ¿Están fuertes? ¿Alguna vez se fracturaron? ¿Cómo
sujetan? ¿Tiran a menudo de otros?
Observa ahora las hojas, tus manos.
¿Están cansadas? ¿Secas? ¿Rugosas? ¿Suaves? ¿Brilla su piel?
¿Venosas?
Trepa ahora hasta la copa del árbol,
tu cuello, observa tu barbilla, mandíbula, nuca, orejas, cuero
cabelludo, cara, mejillas, ojos, frente, coronilla, entrecejo.
Inspira y siente que tu cuerpo se
expande hacia el cielo, como rozándolo, y exhala relajándolo.
Acepta cada parte de tu cuerpo y
manda luz y amor al mismo. Te despides con un abrazo al árbol.
Te abrazas a ti mismo.
Regresas moviendo cada parte de tu
cuerpo lentamente, y abriendo suavemente los ojos.
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